La Argentina fue un activo participante del proceso de negociaciones que dio origen a la Agenda 2030, que cuenta con 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y 169 metas asociadas, y que promueve el accionar en tres dimensiones: la económica, la social y la ambiental. La Agenda 2030 promete terminar con la pobreza en todas sus formas y poner fin al hambre en una sola generación; garantizar una educación inclusiva y equitativa de calidad; promover el crecimiento económico y el pleno empleo productivo; garantizar modalidades de consumo y producción sostenibles y adoptar medidas urgentes para combatir el cambio climático, entre otros.
Mediante la implementación de la Economía Circular justamente se promueve el accionar en las tres dimensiones mencionadas.
Este término es aplicable a casi todos los procesos productivos, procesos agrícolas, ganaderos y al propio consumo. Se contrapone a la Economía lineal tradicional de extracción, producción, consumo y desperdicio versus el flujo constante y virtuoso de la economía circular, en la que los residuos pasan a ser considerados recursos valiosos.
Economía Lineal
Economía Circular
Una economía circular nos desafía a considerar los residuos y la contaminación como defectos de diseño
El diagrama del sistema ilustra el flujo continuo de materiales técnicos y biológicos a través del «círculo de valor»
El reciclaje es lo que podría llamarse «el tramo final», en dónde el residuo se convierte en materia prima, mientras que las soluciones de una economía circular abordan los problemas potenciales directamente en la fuente o desde el diseño y fabricación del producto.
El modelo de economía circular se basa en los procesos naturales en los que no existen los deshechos ya que los «residuos» resultantes de un proceso sirven de nutrientes para el siguiente, cerrando el ciclo de los materiales.
La economía circular trata de emular este principio y cerrar el ciclo de los recursos manteniendo el valor de los productos, los materiales y los recursos en mayor tiempo posible, a través de diferentes estrategias que permiten que esos recursos producidos o usados por las personas, sean recogidos, recuperados y reintroducidos en el sistema de producción y consumo con las mínimas pérdidas, con la mínima generación de residuos.
Los beneficios de la economía circular son numerosos, tanto para el medio ambiente como para la economía y lo social:
- Contribuye a la autosuficiencia y menor dependencia de recursos externos, protegiendo a las empresas contra la escasez de recursos externos, y a la volatilidad de los precios.
- Contribuye a evitar los daños ambientales causados por un uso de los recursos y unas prácticas de producción y consumo insostenibles.
- Ofrece opciones más durables, sostenibles y menos tóxicas que contribuyen al ahorro económico y un mayor bienestar de las personas.
- Crea nuevas oportunidades de negocio en el tejido empresarial más innovadores y eficientes en el uso de los recursos, ayudando a ser más competitivo.
- Ayuda a generar nuevos puestos de trabajo tanto en el sector de servicios, como en el de fabricación-remanufactura y la gestión de residuos y el reciclaje.
La Transición hacia una economía circular requiere cambios tanto en los sistemas productivos como en las prácticas y patrones de consumo de todos los actores de la sociedad, incluida la administración pública.
La economía lineal tradicional de fabricación, uso y descarte, desemboca en rellenos sanitarios provocando que estos rellenos sanitarios, utilizados en centros urbanos para la disposición de los residuos domiciliarios, sean grandes fuentes de gases de efecto invernadero (GEI), principalmente metano, un gas 21 veces más reactivo que el CO2 en relación al cambio climático. Es por esto que las iniciativas desde el gobierno deben ser inminentes, y cada uno de los ciudadanos debemos participar en la reducción de residuos.
Desde el Gobierno se está implementando el cierre de basurales a cielo abierto y la construcción de centros socioambientales que permiten un tratamiento diferenciado y eficiente de los residuos. Las y los recuperadores urbanos son el eslabón principal en la cadena de la economía circular. Por eso desde Ambiente Nación se llevan adelante políticas de promoción de la gestión integral de residuos con inclusión social y distintas líneas de acción tendientes a fortalecer el trabajo de las cooperativas de recicladores y recicladoras.
Por otro lado, a través de un tratamiento eficiente de los residuos sólidos urbanos es posible producir energía. Desde el Gobierno se llevan adelante programas Modelos de negocios sostenibles para la producción de biogás a partir de residuos sólidos urbanos orgánicos. Cada empresa es responsable de los residuos que genera y debe implementar la revisión de sus procesos para implementar la Reducción, Reutilización y Reciclado. Podemos ver un excelente ejemplo de Economía Circular aplicada al negocio Agropecuario en: Webinar Economía circular, caso del Establecimiento Las Chilcas, por el Ing. Andrés Aguilar Benitez.
La transición hacia la Economía Circular brinda la oportunidad de transformar la economía y generar nuevas ventajas competitivas y sostenibles.
Y desde casa podemos colaborar mediante las siguientes pequeñas iniciativas que aportan mucho a la Economía Circular.
Separar. Diferenciar y separar los residuos que pueden reciclarse (como cartón, plástico o vidrio) de aquellos que no se pueden recuperar.
Reducir, reutilizar, reparar y reciclar. Modificando pequeños hábitos cotidianos se puede generar un impacto ambiental positivo.
Compostar. El compostaje permite reutilizar los residuos orgánicos reduciendo aún más el volumen de desechos que se producen diariamente, siendo que se estima que más del 50% de los residuos diarios corresponden a residuos orgánicos. Mediante este proceso obtenemos tierra fértil que nos permite regenerar los suelos que se van desertificando mediante el uso inapropiado.
Videos explicativos de pequeñas iniciativas para implementar en casa.